La tragedia que ha sacudido a la familia Conde y a toda la comunidad de Santa Marta es desgarradora.
Imagina el horror de presenciar un accidente tan impactante a una edad tan tierna como la de Gabriela.
Su corazón, incapaz de soportar la intensidad del momento, cedió ante el miedo y la angustia.
Es difícil encontrar consuelo en medio de esta pérdida tan inesperada y devastadora. Los padres de Gabriela, sumidos en un mar de dolor y lágrimas, enfrentan ahora el desafío más desgarrador: sobrellevar la ausencia de su pequeña niña, quien era la fuente de luz y felicidad en su hogar.

Los médicos de la clínica Los Nogales, con toda su experiencia y dedicación, lucharon incansablemente por devolverle la vida a Gabriela. Sin embargo, el destino había decidido otro rumbo. Su partida, marcada por la tragedia, deja un vacío imposible de llenar en el corazón de quienes la amaban y cuidaban.
La comunidad de Santa Marta, conmocionada por este trágico suceso, se une en un profundo lamento y solidaridad hacia la familia Conde. Es un recordatorio doloroso de lo frágil y preciosa que es la vida, especialmente en la inocencia de la infancia.
Gabriela, con apenas nueve años de edad, deja un legado de amor y alegría que perdurará en los corazones de quienes tuvieron el privilegio de conocerla. Que su memoria sea un faro de esperanza en medio de esta oscuridad, y que su partida sirva como un llamado a la reflexión sobre la importancia de proteger a nuestros seres queridos y valorar cada momento que compartimos con ellos. Que descanse en paz, pequeña Gabriela, y que su luz brille eternamente en el cielo.