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Con un espíritu altruista y una visión clara, el arquitecto menciona la importancia de su audiencia, especialmente los jóvenes, a quienes dedica su gratitud y esfuerzos.

Reconoce la dualidad de su contenido, destinando un considerable 70% a la arquitectura, su campo profesional, y reservando el restante 30% para transmitir mensajes relevantes a la juventud.

Este equilibrio refleja su compromiso con la educación y el bienestar de quienes lo siguen.

Su mensaje a los jóvenes es directo y sincero: les insta a no sucumbir a la mentira ni a la explotación de la ignorancia ajena. En un mundo donde la desinformación puede ser rentable, él aboga por la integridad y la honestidad como valores fundamentales. Reconoce que su popularidad actual puede deberse a diversos factores, como la viralidad de los memes, pero es consciente de la naturaleza efímera de la fama. Para él, lo verdaderamente perdurable son los valores que guían nuestras acciones y relaciones.

El arquitecto aspira a dejar un legado más allá de la fama pasajera. Su objetivo es impactar positivamente a las nuevas generaciones, moldeando individuos íntegros y éticos que contribuyan positivamente a la sociedad. En un contexto donde los valores parecen desvanecerse, él busca contrarrestar esta tendencia, inspirando a otros a seguir un camino de principios sólidos y respeto mutuo.

Este compromiso con la formación de mejores profesionales y personas revela una profunda preocupación por el futuro y el estado actual de la sociedad. A través de su contenido y sus acciones, busca elevar el estándar ético y moral, fomentando una cultura de integridad y responsabilidad. En última instancia, su motivación radica en el deseo de cultivar un mundo donde los valores humanos prevalezcan sobre la superficialidad y la búsqueda de la fama instantánea